Desde que era una niña, me gustaba cantar.
- Aloïa
- 11 nov 2017
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Canté por los árboles, por los animales, por las flores, por el cielo... Canté en el corazón de la naturaleza... canté por la naturaleza ... Al crecer, dejé de cantar, por falta de confianza, tenía miedo de lo que podían pensar los otros, por temores, por acondicionamiento psicológico... Poco a poco mi canción estaba perdiendo su poder... Todavía estaba cantando para mis hijos, pero ya no era la misma intensidad. Mi tambor ha revivido esta llama, esta fuerza. Hoy he encontrado el placer de cantar. Canto en los campos, en los ríos, en las rocas, en el desierto, en las cuevas, en el bosque, en el mar... En el Museo de oro de Bogotá, canté con los Mamos en la sala de las ofrendas. Y este verano recibí el regalo más hermoso: la voz de la curación. Canto para mi curación, para la de los demás, para la de la humanidad. Gratitud a la Fuente Universal.
11 noviembre 2017 Aloïa
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